Cuando Dios sacó a Su pueblo de la esclavitud de Egipto y lo trajo a Canaán, les dio una tierra rica y fértil. De todo lo que cosechaban en esta buena tierra, Dios pedía que le dieran la primera décima parte. Esto se llamaba “el diezmo”. La palabra diezmo significa “la décima parte”.
El propósito del diezmo era recordar a la gente que todas las cosas son propiedad de Dios y enseñarles a poner a Dios primero en sus vidas. Dios es sumamente generoso. Les permitió quedarse con nueve décimos de todo lo que cosechaban, pero el diezmo, la primera décima parte, pertenecía a Él. La Biblia dice:
Y el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová es; es cosa dedicada a Jehová (Levítico 27:30).
Un gran principio en la Biblia respecto a ofrendar, es éste: cuando nosotros damos a Dios, Dios nos da a nosotros. El Señor Jesucristo dijo:
Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo (Lucas 6:38).
Cuando Dios da, El da abundantemente. Es muy generoso. En la era de Cristo, la gente compraba a bulto su grano. Muchos vendedores vaciaban el grano en una medida, sin permitir que el comprador lo remeciera para asentarlo bien. No es así con el Señor. Él da “medida buena, apretada, remecida y rebosando”.
Él ofrendar facilita a que Dios nos dé. Mientras más damos, más nos da Dios a nosotros; mientras menos damos, menos nos da Dios. Jesús dijo:
Porque con la misma medida con que medís (dan), os volverán a medir (a dar) (Lucas 6:38b).